Los residuos radiactivos son materiales
en forma gaseosa, liquida o sólida para los que no está previsto ningún
uso, que contienen o están contaminados con elementos químicos
radiactivos (también llamados isótopos radiactivos o radionucleidos) en
concentraciones superiores a las establecidas por los organismos
reguladores.
Estos residuos pueden suponer un riesgo
para el ser humano y el medio ambiente debido a las radiaciones
ionizantes que emiten los radionucleidos en ellos contenidos, por lo que
deben ser controlados y gestionados de manera segura. Sin embargo, a
diferencia de otros residuos tóxicos que se generan en otras actividades
industriales, la toxicidad de los residuos radiactivos decrece con el
tiempo, a medida que se desintegran los isótopos presentes en ellos y se
transforman en elementos químicos estables.
Desde el punto de vista de la seguridad y
la protección radiológica, el objetivo principal que debe perseguir la
gestión de los residuos radiactivos es limitar las exposiciones a la
radiación de los trabajadores y del público, minimizando los posibles
efectos a largo plazo en el medio ambiente y en las generaciones
futuras.
Los residuos radiactivos se clasifican,
generalmente, en función de las concentraciones de radionucleidos que
contienen y de la vida media de estos isótopos, factores que en
definitiva son indicativos del riesgo que pueden suponer y por lo tanto
de la complejidad de las soluciones técnicas y medidas de seguridad a
tomar en su control y gestión. Atendiendo a estos aspectos pueden
distinguirse dos grandes grupos:
1. Residuos radiactivos de baja y media actividad
Contienen concentraciones bajas o medias de radionucleidos de vida media corta, generalmente inferior a 30 años (isótopos emisores beta-gamma) y un contenido bajo y limitado en radionucleidos de vida larga (emisores alfa).
Estos residuos dejan de ser peligrosos para la salud en algunos cientos de años, por lo que pueden ser almacenados de manera definitiva en instalaciones en superficie o a poca profundidad, que garanticen su aislamiento por dichos periodos de tiempo.
Dentro de esa categoría se encuentra otro grupo de residuos, los de muy baja actividad, que contienen radionucleidos en concentraciones muy bajas. Se generan en todas las instalaciones nucleares y radiactivas, y en determinadas condiciones una parte de ellos pueden ser gestionados como residuos convencionales.
2. Residuos de alta actividad
Contienen concentraciones elevadas de radionucleidos de vida corta y media y concentraciones considerables de radionucleidos de vida larga, generan grandes cantidades de calor, como consecuencia de la desintegración radiactiva y, aunque la actividad decrece con el tiempo, tardará varios miles de años en llegar a un nivel no nocivo para la salud.En consecuencia, estos residuos requieren sistemas más complejos y robustos para su almacenamiento definitivo, que garanticen su aislamiento de los seres humanos y del medio ambiente durante miles de años, mediante su disposición en instalaciones a más de 500 metros de profundidad (denominadas instalaciones de almacenamiento geológico profundo).
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