Iniciamos esta entrada hablando de nuestra nueva sección: ¡Películas!
Hemos decidido, ya que nos gusta tanto subir reseñas de películas relacionadas con los residuos, dedicar una nueva sección a estas.
Inauguramos la sección con otra película del Studio Ghibli: Ponyo en el acantilado.
Fue presentada en el 2008, dirigida por el gran Hayao Miyazaki y música por Joe Hisaishi.
La historia trata sobre una princesa pez, Brunilda, que decide marcharse de su casa para explorar el mundo, pero lo que pensaba que sería un rato se convierte en una aventura. Se encuentra con un niño humano, Sosuke, que la apoda Ponyo y del que decide no separarse jamás. Para eso, debe convertirse en una humana, aunque ello suponga el desequilibrio entre el mar y la tierra. Su padre, un gran hechicero, intentará retener a Ponyo, pero solo ella será dueña de su destino.
¡¡MINI SPOILER!!
Aquí viene cuando revelamos contenido de la película, pero como lo que vamos a explicar sucede al principio, no pasa nada si no la habéis visto.
En el momento en el que Ponyo y Sosuke se encuentran, este la salva. Ponyo se ha quedado atrapada en un bote de cristal, no puede salir y se está asfixiando. Sosuke rompe el bote y se queda con ella, pero, paremonos a pensar un momento ......
¿Por qué Ponyo se queda encerrada en un bote de cristal?
Durante su excursión, Ponyo es arrastrada por una red de pesca, que, más que cazar peces, lo único que caza es basura y desechos que las personas han tirado: cubos, latas, contenedores, neumáticos...
Ponyo intenta huir de la red y escapar de la basura, pero solo consigue atraparse más y peor.
Además, mientras Ponyo intenta deshacerse del bote vemos lo que de verdad hay en el fondo del mar: basura, basura y más basura.
Basura que hemos dejado los seres humanos y que lo único que hace es matar especies o hacer más difícil su reproducción. Todo por nuestra culpa; nos encantan los peces bonitos, las maravillas marinas, los secretos que el mar esconde...Menudos hipócritas.
Nos encanta y lo destruimos, lo investigamos y lo arrasamos, deberíamos cambiar nuestra mentalidad. Reciclar y evitar que todos esos residuos destruyan todo lo que nos gusta. ¿Y cómo hacemos eso?
Gestionando los residuos.
Reciclando, reutilizando, no malgastando... de esa forma evitamos destruir esta y muchas más maravillas de las que hoy disponemos pero puede que no se las podamos mostrar a nuestros hijos.
Por eso, unamos codo con codo y hagamos todo lo que podamos para cumplir un objetivo de la humanidad: ir a mejor.
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